CIUDAD DEL VATICANO, domingo 8 de febrero de 2009.- El Papa dedicó su tradicional reflexión durante el rezo del Ángelus, con los peregrinos congregados en la Plaza de san Pedro, a reflexionar sobre la enfermedad, en línea con su mensaje para la Jornada Mundial del Enfermo, que se celebrará el próximo miércoles.
A la luz del Evangelio del día, el Papa recordó que “la experiencia de la curación de los enfermos ha ocupado buena parte de la misión pública de Cristo y nos invita una vez más a reflexionar sobre el sentido y el valor de la enfermedad en toda situación en que pueda encontrarse el ser humano”.
Benedicto XVI quiso reflexionar sobre la realidad de la enfermedad, que “aunque forma parte de la existencia humana, nunca conseguimos habituarnos a ella”.
La razón, explicó no es que “a veces llegue a ser pesada y grave”, sino que “esencialmente estamos hechos para la vida, para la vida completa”.
“Nuestro instinto interior nos hace pensar en Dios como plenitud de vida, es más, como Vida eterna y perfecta. Cuando somos probados por el mal y nuestras oraciones parecen resultar vanas, surgen en nosotros la duda y, angustiados, nos preguntamos: ¿cuál es la voluntad de Dios?”.
A este profundo interrogante de la existencia humana quiso responder Jesús con un signo, las numerosas curaciones.
“Jesús no deja dudas: Dios – del que Él mismo ha revelado su rostro – es el Dios de la vida, que nos libra de todo mal”, afirmó.
En este sentido, las curaciones de Jesús “son signos: guían hacia el mensaje de Cristo, nos guían hacia Dios y nos dan a entender que la verdadera y más profunda enfermedad del hombre es la ausencia de Dios, de la fuente de la verdad y del amor”.
“Sólo la reconciliación con Dios puede darnos la verdadera curación, la verdadera vida, porque una vida sin amor y sin verdad no sería verdadera vida. El Reino de Dios es precisamente la presencia de verdad y de amor, y así es curación en lo profundo de nuestro ser”, añadió el Papa.
Acción de la Iglesia
Esta obra curativa de Jesús “se prolonga en la Iglesia”, explica el Papa, mediante los sacramentos y mediante la asistencia a los enfermos, que muestra “el rostro de amor de Dios”.
“¡Cuántos cristianos -sacerdotes, religiosos y laicos- han prestado y siguen prestando en todas partes del mundo sus manos, sus ojos y sus corazones a Cristo, verdadero médico de los cuerpos y de las almas!”, añadió el Papa.
El Papa pidió especialmente “por todos los enfermos, especialmente por los más graves, que no pueden de ninguna forma proveer a sí mismos, sino que dependen totalmente de los cuidados de otros”.
“Que cada uno de ellos pueda experimentar, en la solicitud de quienes están cerca, el poder del amor de Dios y la riqueza de su gracia que nos salva”, concluyó.
Por su parte, el Papa anunció que el miércoles, Jornada Mundial del Enfermo, tiene previsto encontrarse con los enfermos y los peregrinos que acudirán a la Basílica de San Pedro, y dio una especial bendición “a todos los enfermos, a los agentes sanitarios y a los voluntarios de todas partes del mundo”.
A la luz del Evangelio del día, el Papa recordó que “la experiencia de la curación de los enfermos ha ocupado buena parte de la misión pública de Cristo y nos invita una vez más a reflexionar sobre el sentido y el valor de la enfermedad en toda situación en que pueda encontrarse el ser humano”.
Benedicto XVI quiso reflexionar sobre la realidad de la enfermedad, que “aunque forma parte de la existencia humana, nunca conseguimos habituarnos a ella”.
La razón, explicó no es que “a veces llegue a ser pesada y grave”, sino que “esencialmente estamos hechos para la vida, para la vida completa”.
“Nuestro instinto interior nos hace pensar en Dios como plenitud de vida, es más, como Vida eterna y perfecta. Cuando somos probados por el mal y nuestras oraciones parecen resultar vanas, surgen en nosotros la duda y, angustiados, nos preguntamos: ¿cuál es la voluntad de Dios?”.
A este profundo interrogante de la existencia humana quiso responder Jesús con un signo, las numerosas curaciones.
“Jesús no deja dudas: Dios – del que Él mismo ha revelado su rostro – es el Dios de la vida, que nos libra de todo mal”, afirmó.
En este sentido, las curaciones de Jesús “son signos: guían hacia el mensaje de Cristo, nos guían hacia Dios y nos dan a entender que la verdadera y más profunda enfermedad del hombre es la ausencia de Dios, de la fuente de la verdad y del amor”.
“Sólo la reconciliación con Dios puede darnos la verdadera curación, la verdadera vida, porque una vida sin amor y sin verdad no sería verdadera vida. El Reino de Dios es precisamente la presencia de verdad y de amor, y así es curación en lo profundo de nuestro ser”, añadió el Papa.
Acción de la Iglesia
Esta obra curativa de Jesús “se prolonga en la Iglesia”, explica el Papa, mediante los sacramentos y mediante la asistencia a los enfermos, que muestra “el rostro de amor de Dios”.
“¡Cuántos cristianos -sacerdotes, religiosos y laicos- han prestado y siguen prestando en todas partes del mundo sus manos, sus ojos y sus corazones a Cristo, verdadero médico de los cuerpos y de las almas!”, añadió el Papa.
El Papa pidió especialmente “por todos los enfermos, especialmente por los más graves, que no pueden de ninguna forma proveer a sí mismos, sino que dependen totalmente de los cuidados de otros”.
“Que cada uno de ellos pueda experimentar, en la solicitud de quienes están cerca, el poder del amor de Dios y la riqueza de su gracia que nos salva”, concluyó.
Por su parte, el Papa anunció que el miércoles, Jornada Mundial del Enfermo, tiene previsto encontrarse con los enfermos y los peregrinos que acudirán a la Basílica de San Pedro, y dio una especial bendición “a todos los enfermos, a los agentes sanitarios y a los voluntarios de todas partes del mundo”.
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